Juan Pablo y Cristina forman uno de los matrimonios que participaron el pasado 4 de noviembre en el encuentro intergrupal que tuvo lugar en el Seminario de Orihuela. Ésta es su experiencia sobre la jornada.
Muchas veces pensamos que la vocación es una palabra solo relacionada con los curas, las monjas o, como mucho, alguna profesión como médico, maestro, enfermera, etc. En cambio, en pocas ocasiones nos acordamos de que el matrimonio procede de tal vocación como la que admiramos de nuestros sacerdotes y religiosas. Decir sí para toda la vida es un don y una tarea que debemos cuidar y valorar todos los días.
Este sábado, 4 de noviembre, tuvimos la ocasión de escuchar testimonios, convivir y tener un rato de oración con otros matrimonios de la diócesis. Además, nos enriquecimos con la oración compartida y con el testimonio de don Francisco Morató (rector del Seminario Menor), que nos habló de la vocación y de cómo vivirla y acompañar a nuestros hijos en la suya, eso sí, sin desvelar el misterio que Dios nos tiene preparado. Don Francisco nos contó su experiencia personal y cómo sus padres vivieron el hecho de tener a un hijo con 10 años que “quería ser cura”.
En este “Encuentro Intergrupal de Familias Cristianas” celebrado en el Seminario Diocesano de San Miguel en Orihuela tomamos parte, entre otros, los grupos Bertimeo, Jordán, Tabor, Nazareth, Duc in Altum, Arca de Noé, Nuestra Señora de la Paz e Inmaculada. Allí, tras la Eucarísta y posterior almuerzo, tuvimos la oportunidad de departir también con el Vicario General de nuestra diócesis, don Vicente Martínez.
Vivir la fe en familia es fundamental si queremos transmitir a nuestros hijos lo que creemos y a quien tenemos por Modelo. Por ello, como nos recordaba don Vicente, la familia es donde uno debe desarrollarse con mayor plenitud como persona y donde “más a gusto” debemos sentirnos. Desde todos los ámbitos: la oración, el ejemplo, el trabajo, el esfuerzo, compartir…. Todas las facetas de la vida nos pueden ayudar a educar cristianamente a nuestros hijos.
Para ayudarnos a ello, contamos con el refuerzo de herramientas como los grupos de matrimonios cristianos. La recomiendo como una ayuda fundamental si quieres compartir como familia creyente, darte un chute de alegría por ser cristiano y vivir la fe en Cristo y no sentirte un “bicho raro” en este mundo en el que vivimos y en el que remamos contracorriente.
Por otro lado, en nuestros grupos, siempre y cuando nos lo permiten nuestras obligaciones laborales y familiares, profundizamos en la fe gracias a la lectura y posterior comentario de los documentos que posee nuestra Iglesia o se van publicando últimamente con un interés especial para las familias, como la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia o los elaborados por la Conferencia Episcopal Española. Es una bendición que curas como Miguel Ángel Cerezo, tan cercanos y didácticos en sus consejos y pláticas, nos acompañen en nuestro camino vocacional al matrimonio.
En definitiva, esta jornada sirvió para poner en común experiencias y estrechar lazos entre nuestros grupos con la ayuda de nuestra Iglesia diocesana.