La asociación «Dale una vuelta» y la Fundación Familia y Educación firman un acuerdo de colaboración: «Vive mejor, vive sin pornografía»

Objetivos del Acuerdo

a) Impulsar y realizar medidas de protec­ción integral ante el impacto de la porno­grafía que incluyan la sensibilización, la prevención, la detección precoz, la pro­tección, la intervención y la reparación del daño en todos los ámbitos en los que se desarrolla la vida de la persona humana, hacia los menores y adultos.

b) Ofrecer información, asesoramiento, apoyo y asistencia terapéutica, psicológi­ca, tanto a menores y adultos en el consu­mo y adicción a la pornografía ofreciendo este servicio vía online y en los Centros de Orientación Familiar (COF). Para ello se cuenta con la asesoría de la Asociación Dale una Vuelta

c) Fomentar y desarrollar una formación inicial, especializada, y continua.

d) Informar y concienciar a la sociedad con mensajes atractivos optimistas y adapta­bles sobre la realidad de la pornografía.

Si necesitas información, asesoría, inter­vención en relación con el consumo de pronografia ponte en contacto con el COF 673530022

O entra en www. familiayeducacion.es y escríbenos

Queremos estar a tu lado.

Asimismo si quieres formación en este ám­bito para tu comunidad llama al Instituto de Familia y Educación (IFE) , 663886871

LA PORNOGRAFÍA, UN ASUNTO PÚBLICO

Por Jorge Gutiérrez Berlinches

«El uso frecuente de contenidos sexuales está causando estragos en nuestra sociedad, y de una manera transversal. Dejemos de lado prejuicios, creencias, ideologías. Investiguemos con valentía, sin miedo a descubrir causas que quizás hagan tambalear nuestras premisas y seguridades. Los hechos nos muestran que debe entrar en la agen­da pública y ha llegado la hora de dejar de mirar para otro lado»

Todavía recuerdo la voz de quien me contaba que «una vez que abres esa puerta es difícil volver por­que entras en un parque de atracciones de fanta­sías, pasas a otro mundo». La puerta de la porno­grafía es hoy más accesible, asequible y anónima que nunca. A las tres «aes» que marcan el camino a una adicción. Según Alvin Cooper, se les podría sumar la oferta ilimitada, alta calidad e interactivi­dad. Bienvenidos a lo que algunos llaman la nueva pornografía. La reciente noticia de la violación de una niña de 11 años en Badalona por un grupo de chicos, también menores, nos estremece y desar­bola. La Fiscalía de Menores reconoce que niños y adolescentes «usan la pornografía como si fuera un tutorial». Y la pregunta, de nuevo, encima de la mesa: ¿la pornografía es causa de la violencia?,¿­cómo es posible que ocurran estas agresiones en­tre menores? Repasemos algunos datos.

Las violaciones múltiples en España, según el Mi­nisterio del Interior, han crecido más de un 50 por ciento en los últimos cinco años y uno de cada cuatro agresores es menor de edad. En Francia, un informe de la Policía Judicial afirma que el 46 por ciento de las violencias sexuales hacia menores son realizadas por otro menor. Y desde 1996 no han dejado de crecer. Una de sus hipótesis es la influencia de la pornografía.

El reciente estudio «Epidemiología y salud públi­ca», elaborado por el Centro de Investigación Bio­médica en Red con jóvenes de entre 18 y 35 años, advertía de que la probabilidad de llevar a cabo una agresión sexual es 2,4 veces mayor en los hombres consumidores de pornografía que en­tre aquellos que no la consumen. También añadía que la mujer que ve pornografía tiene más proba­bilidad de ser una víctima sexual.

Analicemos algunas claves para entender el im­pacto de la pornografía en nuestro cerebro y com­portamiento. En primer lugar, estimula de manera prolongada y exagerada el sistema de recompen­sa, lo que provoca fuertes descargas de dopamina. El psiquiatra Daniel Z. Lieberman, en su libro con el mismo nombre, «Dopamina» recuerda que esta molécula es «íntima amiga» de la sorpresa, de la expectación. Nada es suficiente para ella; su men­saje suele ser «sigue adelante, la satisfacción está a la vuelta de la esquina». La dopamina proporciona el placer de la anticipación, no el de la satisfacción. Su lema es muy sencillo: más.

Otro factor clave es la novedad, que provoca la estimulación continua, donde el placer de la bús­queda de la «escena perfecta», que no existe, es superior incluso al gusto por el propio contenido. Es el llamado efecto «Coolidge» estudiado por Gary Wilson, autor de «Your Brain On Porn».

Además, no nos olvidemos del refuerzo positivo que nos genera el consumo, en forma de recom­pensa, y del refuerzo negativo, que sirve de vía de escape ante emociones desagradables. Tampoco hay que olvidarse del llamado estímulo supernor­mal, donde la versión exagerada de un estímulo -en este caso la pornografía «mainstream»- provo­ca en el cerebro una reacción mucho más poten­te que la versión natural. Efectivamente, estamos delante de una bomba de relojería para cualquier adicción.

La experiencia de nuestra asociación, con más de cinco mil peticiones de ayuda para salir del porno, es que estamos ante un fenómeno adictivo muy silencioso, que aparentemente no deja huella, pero que, con el tiempo, su tela de araña se vuel­ve de hierro. Una adicción sin ruido por fuera pero que termina gritando por dentro. Además, esa conducta silenciosa se manifiesta en las tres fases de su desarrollo: se consume casi siempre de for­ma aislada, los efectos se sufren en silencio y no se comunica para pedir ayuda. La pornografía gene­ra soledad y la soledad favorece a su vez el uso de pornografía.

«En lugar de consumir drogas, consumía perso­nas». Así resumía un joven su testimonio en un programa reciente en televisión, que tal vez parez­ca exagerado y crudo, pero que apunta a la raíz de estos comportamientos. En el fondo, la pornogra­fía supone usar a otros, casi siempre a otras, como búsqueda de placer a toda costa. Viktor Frankl ya anticipaba que cuando el sexo se desliga de una relación afectiva y se convierte en medio para ob­tener placer, no logra su objetivo. Cuanto más se busca ese placer, más se aleja.

Día a día comprobamos en Dale Una Vuelta que no hay consumo de pornografía -violenta o no, siempre subyace ese germen- sin algún coste, ya sea social, personal, familiar, psicológico, ético, educativo, etcétera. Afecta siempre, aunque sea en diferentes grados. Afecta siempre, aunque sea en diferentes grados. Lo que pasa en la pantalla no se queda solo en la pantalla. Tampoco suele ser realista la idílica propuesta de un consumo «res­ponsable», moderado; sería como pasarse con una caja de cerillas dentro de una fábrica de explosivos.

Por tanto, mientras se organizan eventos, semi­narios, jornadas y debatimos sobre si hay porno­grafía no es mala ni buena, que «solo depende del uso que haces de ella», la industria se frota las manos y miles de personas continúan atrapadas en una vida sin horizontes ni retos, con un vacío creciente. Entre sus numerosos efectos, la porno­grafía pone en peligro la capacidad de entablar relaciones afectivas, distorsiona la sexualidad, pro­mueve la violencia sexual y tiene un alto potencial de adicción. Nos hace menos sensibles y empáti­cos, menos humanos.

El uso frecuente de contenidos sexuales está cau­sando estragos en nuestra sociedad, y de una manera transversal. Dejemos de lado prejuicios, creencias, ideologías. Investiguemos con valentía, sin miedo a descubrir causas que quizás hagan tambalear nuestras premisas y seguridades. los he­chos nos muestran que debe entrar en la agenda pública y ha llegado la hora de dejar de mirar para otro lado. Los grandes pactos de Estado deben ser­vir para el bien común de sus ciudadanos. ¿Y hay algo más importante que el sano desarrollo emo­cional, sexual y afectivo de cada uno, de cada una?

Hace unos días, Jean Barrot, ministro francés de Transición Digital, aseguró que «2023 será el fin del acceso del acceso de nuestros niños a la por­nografía». Unos meses antes, el presidente Macron afirmaba que había que proteger del mundo digi­tal a los menores, des mismo modo «que no sería normal llevar a un niño de 13 años a un ‘sex shop’».

Para dejar la pornografía no basta recuperar el control; es preciso encontrar los motivos. Y hablar, que es el camino hacia la libertad. Y reconocer la derrota. Y volver. Una persona en proceso de sa­lida me comentaba hace unos días «Estoy en el sexto día sin consumir. Lo estoy pasando mal, pero estoy contento». Muchas veces la vida está llena de agradables contradicciones, de sufrimientos alegres.

Como amante de la raqueta, cierro el punto «set» y artículo con esta frase del escritor David Foster Wallace. «El tenis en la tele es al tenis en directo más o menos lo que el porno es a la realidad sen­sorial del amor humano».

El autor es director de la asociación Dale Una Vuelta y autor de «La trampa del sexo digital»

Artículo publicado en el ABC el 15 de marzo del 2023